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sobrevivir a la pandemia
Entre el asombro y la incredulidad, y siempre imbuidos de la desconfianza que provoca cualquier ocurrencia del ejecutivo de turno, hemos leído en días pasados lo que, de ser cierto, habría que calificar, con alborozo, de idea sensata. Queda vida inteligente en el gobierno, parece ser la conclusión. Esto es como encontrar vida extraterrestre, no deja de causar emoción y estupor. La noticia es que el gobierno se plantea reformar el Instituto de Crédito Oficial (ICO) para ofrecer quitas de deuda a decenas de miles de pymes y autónomos. Se trata de una de las medidas que están sobre la mesa para ayudar al tejido empresarial ante el alargamiento de la crisis económica derivada de la sanitaria. Según la prensa especializada, en el próximo mes de marzo se aprobará la normativa que incluirá, supuestamente, quitas en el crédito, préstamos participativos, subvenciones y pago de los gastos, entre otras, para su entrada en vigor en abril, como muy tarde. De salir adelante, casi un millón de pequeñas empresas y autónomos podrían optar a las quitas de deuda.
¡Albricias, Eureka! Casi un año después de iniciarse la pandemia, el gobierno acierta al reconocer como necesario lo que algunos llevamos clamando en el desierto desde el minuto uno, cuando se decretó el primer Estado de Alarma y el confinamiento de la población. Mejor no pensar en lo que podía haberse evitado de haber actuado con celeridad y eficiencia.
Si finalmente se lleva a cabo, veremos cómo se desarrolla: habrán de definirse las circunstancias y condiciones para la condonación de deuda a Autónomos y Pymes, incluso atendiendo a quienes lo han intentado, pero no lo han conseguido. Resultará clave la transparencia, igualdad de condiciones, trato no discriminatorio, y una autoridad independiente (paritaria o tripartita), para evitar toda sombra de arbitrariedad. Nunca hay que dejar de desconfiar en la clase política; ni siquiera cuando aciertan.
Porque de lo que se trata ahora es, no ya de sobrevivir, que por desgracias para muchos miles de personas ya no va a ser posible, sino de sobrevivir y continuar, crear las condiciones para que las empresas, pymes, Autónomos, puedan mantener sus negocios, para que haya mercado y recuperar los niveles de empleo hasta donde sea posible,
El tejido empresarial de Galicia, aparte de unas cuantas grandes empresas bien conocidas por todos, se basa fundamentalmente en pequeñas empresas familiares y Autónomos. En su gran mayoría, han sabido adaptarse a lo que las circunstancias requerían, orientando su modelo productivo a la ayuda social, a través de la fabricación de mascarillas y otro material sanitario, apoyo logístico, donación de alimentos, etc. Nuestras empresas y Autónomos han mostrado un comportamiento ejemplar, ante sus empleados y ante la sociedad.
Lamentablemente, la escasez de ayudas directas por parte del gobierno, y la tardanza en los planes de rescate autonómicos, además de la insuficiencia de los mismos, han provocado que muchas empresas y Autónomos se hayan quedado en el camino. A lo largo de 2020 se perdieron en Galicia una media de 4 Autónomos al día; en el pasado mes de enero del presente año, la cifra de bajas aumentó hasta las 25 pérdidas cada día. Tenemos hoy 32.000 empleos menos que antes de la “pandemia” en Galicia, casi 5.000 negocios menos y la sangría diaria continúa. Y si no hacemos algo muy pronto, lo peor está por venir, véase como está la hostelería, el turismo, el ocio, el comercio, las actividades físicas y deportivas, el arte y la cultura, las ferias, eventos y actividades de temporada. Una ruina sin fin.
Los Fondos Europeos que se otean en el horizonte y que pueden permitir las ayudas prometidas y a las que se hace referencia al comienzo de este artículo, se presentan como una gran oportunidad de dinamización de la economía gallega. Y es imprescindible que las empresas, las pymes, los Autónomos, puedan acceder a las ayudas; de otro modo, solo tendremos paro y miseria. Pero no es suficiente con el acceso a esos fondos; han de ir acompañados con una rebaja de la carga fiscal que soportamos y el apoyo directo a la solvencia de las empresas. Y para que todo eso sea posible, hay que desburocratizar los mecanismos de acceso a las ayudas, hacerlas accesibles para cualquiera, a través del diálogo con las organizaciones y por supuesto, a través de la unión y el asociacionismo y la colaboración de las empresas, de los Autónomos y de las organizaciones. Se trata de conseguir cuántos más fondos europeos, tanto mejor, para que reviertan en la creación de riqueza y empleo en Galicia.
En Galicia hay mucho talento, hay grandes ideas y magníficos proyectos. Se trata de que desde la cooperación y con el respaldo (en lugar de la zancadilla habitual) de las Administraciones, podamos llegar a desarrollarlos, obteniendo los fondos necesarios y trasladándolos a la economía productiva.
En este contexto, todas las empresas son importantes, desde la de mayor tamaño hasta el más humilde de los Autónomos de Galicia. Lo que precisamos es que el gobierno deje de ser un problema, que reme a favor o al menos que se ponga a un lado y no estorbe; necesitamos medidas impulsoras que posibiliten la recuperación del solar en el que vamos a quedar instalados tras la “pandemia”, y las ayudas han de ser eso, ayudas, pero lo verdaderamente importante son los proyectos, la atracción de inversores, ofreciéndoles seguridad jurídica, un entorno amable en lugar de hostil, facilitar su localización e implantación, menores cargas fiscales y menor coste social. Tal vez entonces seamos capaces de que Galicia sea lo que nunca ha de dejar de ser, un lugar idóneo para crear una empresa, desarrollar un proyecto y prosperar, creando riqueza y empleo de calidad.
Nos va la vida en ello; se trata de sobrevivir a la pandemia.
Arteixo, 15 de febrero de 2.021.
Francisco Javier Pérez Bello.
Francisco Javier Pérez Bello
PRESIDENTE
FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA
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