|
EL VALOR DE LAS ASOCIACIONES EN LAS CRISIS
En los últimos años hemos padecido dos situaciones de crisis económica muy profundas, aunque por diferentes motivos; la que tuvo su origen a finales de la primera década del siglo, provocada por una crisis financiera internacional, de la que apenas estábamos empezando a recuperarnos cuando nos ha golpeado con extrema dureza la actual crisis económica y social derivada de la pandemia provocada por el virus chino, y en la que todavía estamos inmersos a la espera de que la vacunación en masa llegue cuanto antes y sea efectiva.
La crisis del coronavirus ha provocado un descenso histórico de nuestro PIB de casi un 12%, lo cual es una barbaridad; así, la economía española ha roto la curva de seis años seguidos de crecimiento; nos hemos recuperado mínimamente en el cuarto trimestre del año 2.020, un 0,4% de subida, pero es que la caída ha sido tan dura y dramática, que podemos definir perfectamente como catástrofe, el escenario que se dibuja.
La recesión sufrida este 2020 ha sido la mayor desde 1936, cuando la economía se desplomó más de un 26%. La Guerra Civil supuso la destrucción de gran parte del factor capital (maquinaría, fábricas…), mientras que la COVID-19 ha paralizado por completo la economía durante el confinamiento más duro y ha reducido la actividad durante gran parte del año con las medidas de restricción y distanciamiento social decretadas por las autoridades sanitarias. Y lo ha hecho en la gran mayoría de los sectores productivos en la primera etapa, y castigando especialmente al Turismo y la Hostelería y, en general, al sector servicios, por el que previamente habíamos apostado y del que depende un gran porcentaje de nuestro PIB (solo la hostelería representa directamente un 14%, pero la repercusión es notablemente superior).
En este contexto, las empresas y los Autónomos españoles, a pesar de estar sufriendo la mayor crisis económica y sanitaria conocida, han respondido de forma ejemplar, asegurando, en los peores momentos de la pandemia, el suministro de productos alimentarios básicos, volcándose con los profesionales sanitarios, trabajadores esenciales y colectivos más vulnerables, adaptando sus plantas para producir respiradores, mascarillas, hidrogeles y materiales de protección o agilizando los procesos para favorecer el teletrabajo de sus empleados durante el confinamiento y adaptando las oficinas para ir recibiendo a los trabajadores durante la desescalada.
Por su parte, las organizaciones y asociaciones comarcales o sectoriales, las federaciones y confederaciones de empresas y empresarios, muchas de las cuales habían quedado ya muy tocadas con las repercusiones de la crisis anterior, han sido capaces de asumir un papel fundamental a la hora de aportar a las autoridades nacionales y autonómicas las medidas que consideran necesarias para contener el golpe económico y poder salvar el mayor número de empresas posible y, por ende, los empleos. Han sido además una ayuda enorme a sus propios asociados y al colectivo que representan en sus ámbitos de actividad, al servir de nexo de unión entre la Administración y el Autónomo o la empresa, canalizar sus peticiones, siendo portavoz de sus opiniones y algo que nunca se pondera lo suficiente, ejerciendo en no pocas ocasiones, como psicólogos, escuchando y animando ante situaciones complejas y de difícil solución.
En una situación de pandemia que ha provocado la intervención de las administraciones en el día a día de los negocios y en la vida cotidiana de los ciudadanos, cobra más fuerza que nunca el asociacionismo empresarial para defender ante las instituciones los intereses comunes de sus asociados. Y no solo eso, el asociacionismo se muestra ahora más que nunca como el único camino para mejorar el desarrollo y la competitividad de las empresas a través de la cooperación empresarial, un hecho que ayudará a crear puestos de trabajo y fortalecer el tejido productivo.
La unión, bien sea en proyectos empresariales conjuntos, en plataformas reivindicativas para desarrollar proyectos, o de cualquier otra manera, es la única forma en que todos sus representados, con independencia del tamaño de su negocio, su facturación, su número de empleados, puedan volver a su actividad cuanto antes, y entre todos devolver a la economía su dinamismo perdido.
España es un país de pymes y Autónomos, el 99,8% del tejido empresarial está representado por pequeñas y medianas empresas que, a menudo, no tienen a su alcance ni el conocimiento, ni los recursos para afrontar un reto de semejante envergadura y es ahí donde este tipo de organizaciones asociativas pueden y deben jugar un papel decisivo, promoviendo la colaboración empresarial, sectorial o transversal.
Las asociaciones, todas ellas, trabajan para generar aquellas indicaciones y recomendaciones que los sectores de actividad a los que representan necesitan para retomar la normalidad cuanto antes: diseñando escenarios, analizando riesgos, elaborando planes de acción y materiales tales como guías, manuales, protocolos, así como recomendaciones para ayudar a las empresas a afrontar este nuevo reto. Y esto sin olvidar que la interlocución del sector con las administraciones públicas la ostentan principalmente estos organismos asociativos.
En definitiva, las asociaciones, federaciones y confederaciones son hoy, más que nunca, un punto de referencia y apoyo fundamental para que las empresas y Autónomos puedan continuar adelante.
Desde la FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA queremos resaltar el valor de estas organizaciones, agradecer su enorme trabajo en este tiempo de pandemia y animar a seguir desarrollando la magnífica labor que desde siempre vienen realizando en la defensa de los legítimos derechos y aspiraciones de los colectivos a los que representan.
Arteixo, 16 de abril de 2.021.
FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA.
Francisco Javier Pérez Bello
PRESIDENTE
FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA
Avenida Finisterre, 27, 1º-Dcha.
15142 – Arteixo (A Coruña)
Tfno: 881 250 312
Móvil: 646.840.607
Mail: presidencia@feaga.org Web: www.feaga.org
|
Usuario - - Acceso de usuarios
