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ARTÍCULO DEL PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA

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 PONGANSE A CUBIERTO

Solemos escuchar en estos días de infamia,  que la reacción de los españoles ante la crisis sanitaria ha sido ejemplar; los ciudadanos estamos muy por encima de la clase política, dicen.

Para mí es un error. Yo creo que la clase política de hoy, nos representa quizá mejor de lo que nunca lo haya hecho; creo sinceramente que tenemos los políticos que nos merecemos, mediocres e irresponsables.

Veamos: Los datos de paro de mayo son, se diga lo que se diga, muy malos y muestran un deterioro intenso de la actividad económica y el empleo desde el cierre de la producción. El paro ha subido en más de 26.000 personas. El número de parados ronda ya los cuatro millones, más otros tres millones en  situación de suspensión de empleo, a través de los ERTES.

La afiliación a la Seguridad Social sube en mayo  cerca de 100.000 personas, pero no es un buen dato, aunque lo parezca, pues es el peor mes de mayo desde  el año 2012. El último día del mes de dieron de baja 27.000 afiliados, cerrando mayo con 18.556.129 cotizantes. En términos interanuales, el peor mayo desde 2009, ya que se pierde en un año casi 900.000 cotizantes. Estos son datos, no previsiones. Podemos engañarnos a nosotros mismos, pero la realidad es la que es.

La profundidad de la crisis se deja entrever y será mayor que la sanitaria  si no se toman medidas de manera inmediata para evitar la destrucción del tejido productivo.

En el plano social, hemos aceptado el arresto domiciliario impuesto por el gobierno sin la más mínima protesta (ojalá no tengamos que repetir experiencia, pero sería curioso saber cómo habríamos reaccionado al encierro con un gobierno de otro sesgo), con resultados nefastos: el virus ha matado en España más gente que en ningún otro sitio, y al haber parado completamente la economía, las consecuencias van a ser terribles; por el momento, solo lo intuimos, pero cuando llegue el otoño aflorará con todo el dramatismo.

Ahora que se puede salir a la calle y respirar un poco, llega el momento de pedir ayuda a quien puede prestarla, o sea, la Unión Europea, para reclamar programas de ayuda financiera a los países más afectados por esta maldita pandemia, entre los que está, a la cabeza de las desgracias, como suele ser habitual, España. Lo curioso es que nos han logrado convencer de que en Europa hay una serie de países muy malos y egoístas, porque hacen cosas muy raras, como cumplir sus deberes, vigilar su déficit y sus niveles de endeudamiento, lo que les permite diseñar marcos fiscales y sociales más atractivos a la inversión y al empleo, mientras nosotros, los reyes del mambo, batimos marcas negativas en términos de déficit y deuda, gastamos lo que no tenemos, incumplimos todos los acuerdos de estabilidad y, por si no fuera suficiente, montamos un subsidio permanente que acabará con las pocas ganas de trabajar que muchos traen ya de serie. Y encima queremos que nos regalen dinero, y no cualquier cantidad, sino una cifra mareante, para hacer lo que nos dé la gana con él y a cambio de nada.

Mientras, vivimos en una especie de libertad vigilada condicional; podemos salir, incluso viajar, tomar un café o comer en un restaurante, ir a la playa, etc. Pero todo ello, repito, en situación de libertad vigilada y de manera condicionada. Condicionada por las limitaciones legales del gobierno  y vigilada por una policía adiestrada en  el ensañamiento con los incumplidores o que se excedan en el uso de la nueva normalidad, y sobre todo vigilada por el vecino, sí, el vecino. Hemos vuelto a la escuela primaria, hemos recuperado la figura más odiada, repulsiva y que mayor rechazo y desprecio causaba entonces, el chivato, o delator.  Hagamos lo que hagamos, vamos a encontrar a alguien dispuesto a delatarnos si nos pasamos un milímetro de la raya en el súper  o si nos bajamos un centímetro la careta, para tomar un poco de aire del exterior y dejar de autoasfixiarnos. Son esos mismos que tan a gusto estaban en el confinamiento y que ahora siguen felices y contentos en esta España miserable y subvencionada que estamos construyendo, como demuestran las encuestas que afirman que la mayoría de la gente seguirá votando al actual inquilino de la Moncloa. Claro que esto es algo habitual al inicio de las crisis económicas, la gente apoya a la izquierda que promete los subsidios que permitirán sobrevivir a la crisis, supuestamente; luego, cuando la crisis se instala de lleno (cosa que invariablemente sucede siempre que gobierna la izquierda, por fas o por nefas), con sus consecuencias de desempleo masivo y destrucción del tejido empresarial y productivo, el voto se traslada hacia la derecha, pero solo un poquito, lo mínimo para salir del embrollo, pasado el cual la burra vuelve al trigo, una y otra vez, de manera contumaz y pertinaz.

Veremos a ver qué sucede. De momento, lo indudable es que caminamos hacia una hecatombe económica, que los Autónomos vivimos en nuestra propia carne desde que se paralizó la actividad por orden de la Autoridad. Estamos en una especie de calma previa a la gran tormenta que se avecina. España sufrirá un empobrecimiento  brutal  y solo podremos salir adelante mediante un plan de reformas a largo plazo que rebaje  la deuda y la haga sostenible,  que garantice un marco laboral flexible que posibilite el empleo, única política social real y sostenible a largo plazo, y que garantiza la libertad y la dignidad de la persona. Junto a ello, se precisaría un marco fiscal adecuado, que permita a la gente respirar y ser dueños del dinero que legítimamente han ganado, pagando al erario público lo justo para mantener los servicios que todos entendemos necesarios para la comunidad y dejando en manos de cada individuo el resto.

Además, en el contexto actual, lógicamente se necesitan apoyos puntuales para la digitalización de los negocios, planes de apoyo  a los sectores más afectados, eliminación de las trabas burocráticas, y dotar de liquidez inmediata a los negocios regentados por Autónomos.

En fin, veremos y contaremos aquello que veamos, mientras podamos hacerlo, pero mientras tanto, pónganse a cubierto, porque este próximo otoño se avecina tormentoso de verdad.

A Coruña, 22 de junio de 2.020.

 

FRANCISCO JAVIER PÉREZ BELLO.

 

22/06/2020 ir arriba

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