INSTALADOS EN EL CAOS.
Desde que se decretó la alarma y el confinamiento obligatorio, venimos contemplando la inoperancia, impotencia, incompetencia del gobierno y un Estado autonómico insolidario y desleal, en algunos casos, que hace aguas. Los políticos no están a la altura de la magnitud del problema y como de costumbre, tratan de salvarse cada quien a sí mismo.
Una nota común a todo el sinfín de normas publicadas desde la alarma, es que quienes las dictan se las arreglan para que la culpa nunca sea suya y en cambio, encuentran siempre culpables entre el resto de la población, siendo así que la población ni ha creado el virus ni ha dictado las normas.
Lo que vivimos es una apoteosis del ordeno, mando y me lo llevo crudo de las grandes corporaciones tecnológicas, fundamentalmente americanas y chinas, para someternos a todos y acabar con la libertad.
El virus que nos han enviado (no creo que de manera casual) ha sido el medio para acabar con la libertad. El miedo a perder la vida (muchos la han perdido de verdad, por desgracia) ha hecho el resto. Pero el objetivo último es la libertad. Ante la amenaza de perder la vida, cedemos nuestra libertad. Simple. Jugada maestra. Lo que está en juego es el control absoluto de la población a todos los niveles. Y están ganando por goleada, porque hemos decidido no defendernos.
A menor escala, somos víctimas de un Estado fallido cuyos dirigentes se afanan en dictar normas prohibitivas, coercitivas y limitadoras de la libertad de la población, a lo que añaden un sinfín de ocurrencias disparatadas (como por ejemplo, confinar a la población sana, algo nunca antes visto o la deficiente gestión de las mascarillas, ahora las cartillas, etc., yendo mucho más allá de los criterios que marca la OMS). Somos líderes en dos cosas: en normas para combatir el virus y en muertos a causa del virus.
El fracaso, en forma de más de 45.000 muertos no les hace reconocer el error, sino que les motiva a seguir reincidiendo en las medidas que nos han conducido a la peor estadística en fallecimientos de todo el mundo, que se dice pronto. Y si seguimos con las mismas medidas, tendremos los mismos resultados, en octubre otros 45.000 muertos. Llegaremos fácilmente a 100.000 a final de año. Por no mencionar la economía, que no aguantaría un segundo confinamiento.
En este contexto, los Autónomos están abocados a la pérdida de, como mínimo, el 10% de sus afiliados (algunos pronostican hasta un 30%), con sectores enteros completamente devastados, especialmente todo lo relacionado con el sector del turismo y la hostelería, pero también el comercio, la construcción, la logística, el textil, etc.
Vivimos instalados en un caos absoluto. El coste real de esta crisis será asumido por los más pobres y los más débiles. Las personas con menos acceso a la sanidad y las que vivan en áreas más propensas a enfermedades también serán excluidas con mayor frecuencia de lugares y oportunidades abiertas para todos los demás. Los Autónomos verán que sus trabajos se precarizan aún más. Los inmigrantes, los refugiados, los indocumentados y los expresidiarios se enfrentarán a otro obstáculo para hacerse un hueco en la sociedad.
Hemos descubierto que la sanidad no era gratis, que no tenemos la mejor sanidad del mundo, aunque sí maravillosos profesionales; que no hemos funcionado como país, que el confinamiento no ha servido para evitar ser el país con mayor mortandad en proporción a la población y sin embargo ha provocado una crisis económica como no habíamos conocido.
En la era de las tecnologías punteras, infraestructuras faraónicas, inversiones millonarias..un minúsculo virus ha puesto todo patas arriba y lo que antes parecían certezas ahora son dudas. Bueno será aprender que la inversión en ciencia, tecnología, investigación, educación, sanidad, son básicos.
Nada de eso será posible si vivimos instalados en el caos. Convendría poner un poco de orden y sentido común.
A Coruña, 31 de julio de 2.020.
FRANCISCO JAVIER PÉREZ BELLO
PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DE GALICIA.
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