Muchos negocios de Betanzos se han trasladado a barrios más poblados
La Casa de las Gorras resistió todas las crisis desde su nacimiento en 1935. Pero el 2011 tendrá el dudoso honor de ser el año en que la mítica tienda cerró sus puertas para siempre. La crisis actual se lleva así un trozo de historia junto con otros muchos negocios que malviven con pérdidas en las calles más visitadas por los turistas, pero las menos rentables para hacer caja. Los emprendedores recientes no tardan en comprobar la falta de respuesta de la clientela en el casco histórico, cada vez más despoblado y plagado de ruinas que amenazan derrumbe. Por eso son muchos los que abandonan la zona noble para ubicarse en calles de más tránsito para reanimar las ventas.
El programa del Partido Socialista en las pasadas elecciones municipales incluía el establecimiento de «medidas fiscais para facilitar o asentamento comercial e hostaleiro na zona suprimindo as taxas en licencias de apertura e de primeira transmisión». Pero dicha medida todavía no ha asomado a la calle y los últimos negocios han abonado su correspondiente licencia de apertura.
La concejala de Comercio, Ferias y Mercados, Mónica Carneiro, manifiesta la sensibilidad del gobierno local para con los comerciantes del área más turística de Betanzos y destaca también la situación de emergencia que vive el mercado municipal, desértico la mayoría de las jornadas. «En contra de lo que sucede en otras plazas de abastos, aquí tenemos hasta tres puestos libres, igual que seis planchas de pescado», explica. «De lo que se trata ahora es de intentar publicitarlo lo más posible», apunta.
Estudio del Concello
La concejala anuncia una reunión con todos los comerciantes del casco histórico para promover «alguna campaña específica». Antes confía en tener ya las conclusiones de un estudio que determine las características de los negocios que tendrían más éxito en un entorno tan especial. «Debemos saber primero cuál es el tipo de comercio que necesitan los habitantes y también los que visitan el casco», añade Carneiro. Dicho de otro modo, quizá quien quiera sobrevivir deba reciclar su oferta y hasta cambiar de sector.
Mientras tanto, los comerciantes y los escasos hosteleros vuelcan todas sus esperanzas en la próxima época navideña que dinamice el comercio dentro de la zona amurallada, donde lo que sí crece es el número de carteles de traspaso o alquiler.
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