Más de cuarenta negocios han tenido que cerrar sus puertas en la avenida que une los Castros con Cuatro Caminos
El recorrido a través de los 290 números de General Sanjurjo deja un sabor agridulce. Junto a negocios de toda la vida y alguna celebrada apertura, convive un incesante goteo que salpica la calle dejando más de 40 locales cerrados. Y en su gran mayoría, clausurados sin más.
Son pocos los que cuentan en sus cristaleras con carteles de «se alquila», o «se vende». Igualmente escasean aquellos que se encuentran en medio de un proyecto de reforma. Lo único que se aprecia al observar estos establecimientos es que, al menos por el momento, no hay visos de que resuciten. Es quizás este el dato más preocupante. Los cierres en su mayoría son indefinidos, mientras que la calle parece encontrarse en un callejón sin salida. Su actividad comercial está decayendo a un ritmo frenético, pero frente a esta cruda realidad surge una nota de esperanza. Hay establecimientos con una media de treinta años de vida que simbolizan la resistencia, y que pueden presumir de seguir funcionando. No obstante, estos valientes se encuentran cada día en medio de una encarnizada lucha sin cuartel contra el azote de la crisis.
Negocios como el simbólico Hijos de Benito Díaz, que ofrecía efectos navales, tuvieron que dar por finalizada su actividad. Aún así todavía perviven establecimientos de época como el de la Joyería García, que comenzó su historia allá por el 1960, o el de la Ferretería Cuatro Caminos, que lleva aguantando el tirón desde hace ya medio siglo.
No son pocos los bajos históricos en la zona. El número 210, que actualmente se dedica a la venta de publicaciones, lleva en activo desde principios de la década de los 40. Por otro lado, clásicos como Calzados Yolanda parecen seguir poniendo buena cara al mal tiempo, aportando cierta dosis de tranquilidad al barrio. Una calma que a veces se ve amenazada por ciertos carteles de promotoras que cubren algunos edificios y acechan bajos que continúan abiertos, con el mérito de aguantar esta mala racha comercial.
Los gigantes comerciales y las grandes cadenas que se han implantado en la ciudad suponen una competencia difícil de afrontar para el pequeño comercio local, que no sabe cómo reaccionar. Son muchas las voces que temen el fin comercial de un barrio en el que reina el negocio de siempre, con ese trato personal y amable del que no solo se preocupa por vender.
Lo cierto es que General Sanjurjo peligra, al menos tal y como se ha conocido hasta la fecha. A tenor del panorama, cabe pensar cuál será la receta de esos negocios que todavía son regentados por los hijos o los nietos de sus fundadores.
FUENTE LA VOZ DE GALICIA
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