La cumbre de Berlín no aclara, sin embargo, cómo se utilizará ese dinero
Alemania quería evitar que la cumbre contra el desempleo juvenil, que reunió ayer en Berlín a 28 ministros de Trabajo europeos y a 18 jefes de Estado y de Gobierno, se convirtiera en una clase magistral en la que la alumna aventajada marca la hoja de ruta al sur de Europa. Y eso, a menos de tres meses de las elecciones generales. La canciller alemana, Angela Merkel, quiso dejar claro que su Ejecutivo también contribuye, pero recordó que el dinero no lo es todo y que hacen falta «reformas laborales».
Los participantes se comprometieron en la cancillería berlinesa a invertir otros 16.000 millones de euros para combatir el desempleo juvenil, pero no se trata de fondos frescos, sino de partidas reprogramadas, por ejemplo, del Fondo Social Europeo, y que todavía no se han desembolsado. Merkel recordó que con esta cumbre se aumenta la presión sobre todos los agentes implicados, como la Comisión Europea, y las agencias nacionales de empleo, para que combatan la lacra que afecta a 5,6 millones de jóvenes europeos menores de 25 años (la mayoría en España y Grecia). Aunque no está claro a qué se van a dedicar ese esfuerzo inversor, qué medidas se van a adoptar.
Los 6.000 millones de euros anuales durante los próximos tres años que dedicará el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para créditos a pymes se suman a los 6.000 destinados a combatir el desempleo que se pactaron hace seis días en Bruselas, cuando se acordó que ningún joven debía estar más de cuarto meses sin trabajo, formación o unas prácticas.
Fuera de la cancillería varios centenares de personas protestaban contra esta cumbre, que tiene también sus connotaciones electorales domésticas. Según el líder de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, la cita no fue más que un «autoengaño». Para el candidato de su partido a la cancillería, Peer Steinbrück (el rival de Merkel), es ilusorio querer implantar el sistema de formación dual alemán en el resto de Europa. «Es un proceso que lleva años», recordó.
Fuente: La Voz de Galicia
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