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La cumbre para salvar el euro se saldó ayer en Bruselas con un pacto que implica para los países someterse a una disciplina más severa de control del déficit y de la deuda. También se ha interpretado como un avance hacia una mayor integración de las políticas económicas nacionales dentro de la Unión Europea (UE).
Alemania ha sacado adelante sus tesis en un acuerdo del que se ha descolgado Reino Unido. La pretensión británica de obtener un trato de favor para su industria financiera (alojada en la City londinense) condujo al Gobierno de David Cameron a desmarcarse del rumbo que la UE intenta imprimir para apagar la crisis de deuda soberana y que la moneda única recupere credibilidad.
Los líderes de 23 países de la UE -los 17 que comparten el euro, así como seis que aspiran a incorporarse a la Unión Monetaria en el futuro (Polonia, Dinamarca, Rumanía, Bulgaria, Letonia y Lituania)- ya han dado el visto bueno a un pacto que básicamente replica un acuerdo previo entre la canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy.
Dos países más (Suecia y República Chequia) han decidido consultar a sus parlamentos nacionales antes de pronunciarse. Algo que también hará Hungría, que primero se emparejó con Reino Unido para oponerse a la reforma de la UE y luego reconsideró su posición.
En una larga negociación que acabó a las cinco de la madrugada del viernes, el británico David Cameron colocó a su país aislado de un pacto que, debido al veto británico, no tendrá la forma de una modificación del Tratado de Lisboa (norma medular de la UE), sino de un "acuerdo intergubernamental".
Saltaron chispas en el cónclave de Bruselas. Los británicos no están en el euro y no les alcanza por tanto la nueva disciplina presupuestaria que había pergeñado el tándem Merkel-Sarkozy. Pero Cameron sí estaba temeroso por la aspiración franco-alemana de ir en el conjunto de la UE a una mayor regulación común del sector financiero.
Ante esa perspectiva, Londres exigió en Bruselas quedar liberado de aplicar a su poderosa industria financiera más reglamentación que la decidida dentro del propio país. El movimiento económico de la City, sede europea por excelencia de las multinacionales de la banca, de los seguros y de la inversión especulativa, supone el 10% del producto interior bruto (PIB) británico. La petición de Cameron de un trato especial para la City fue rechazada de plano y se produjo en la cumbre un choque de trenes entre el primer ministro británico y el francés Sarkozy.
La tensión se dejó ver en las manifestaciones públicas que, de madrugada, hicieron ambos mandatarios. "Habríamos preferido un acuerdo a 27. No ha sido posible teniendo en cuenta la posición de nuestros amigos británicos; para aceptar una reforma del tratado, David Cameron ha pedido algo que todos hemos considerado inaceptable", dijo Sarkozy.
"No estamos en el euro ni queremos estar", espetó David Cameron. "Ha sido una decisión difícil pero la correcta; si no podemos obtener algunas garantías en el tratado es mejor quedarnos fuera", añadió. En otro momento de su comparecencia llegó a decir que se sentía "feliz por no estar en el euro", una moneda a la que su país "no se va a unir nunca". Según algunas crónicas sobre la cumbre, la alemana Merkel propició después un encuentro entre Cameron y Sarkozy para rebajar la tensión. "Los británicos han estado desde el primer momento fuera del euro; su ausencia y la de otros no impedirá que Europa avance en otras materias importantes", señaló Ángela Merkel al hacer balance sobre un acuerdo con el que, aseguró, el euro "recupera la credibilidad".
Salvo por el hecho de que el acuerdo no será en sentido estricto una reforma del Tratado de la UE, la canciller alemana impuso con claridad sus tesis en la cumbre de Bruselas. La apuesta de fondo es la disciplina presupuestaria. El documento obliga a los países del euro a un mayor rigor con sus cuentas nacionales. El déficit estructural de los presupuestos no podrá superar el 0,5% del PIB y desembocará en sanciones automáticas para el país si se sobrepasa el 3%, salvo que una mayoría cualificada de los estados se oponga a ello. Se determina un régimen análogo para el limite de endeudamiento público, que no debe sobrepasar el equivalente al 60% del PIB.
Las instituciones de la UE reforzarán asimismo la "vigilancia económica y presupuestaria" de los países en dificultades, lo que de hecho implica una cesión de soberanía sobre las cuentas públicas, la principal herramienta de política económica de los estados.
También es de Merkel la letra del acuerdo referida a cómo frenar a corto plazo el hostigamiento de los mercados financieros sobre la deuda soberana europea. Nada de eurobonos por el momento ni de una intervención más decidida del Banco Central Europeo (BCE) en defensa de los estados. Alemania también se ha negado a aumentar el fondo de rescate como parecían reclamar los mercados. Esa cuestión no se planteará hasta 2012.
fuente la opinion a coruña
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