Los usuarios del servicio han soportado aumentos de más del 50 % en sus recibos en los últimos tres años
El precio de la electricidad, que para veinte millones de usuarios domésticos se actualiza cada tres meses, tendría que subir de nuevo el 1 de octubre -tras haberse encarecido el 9,8 % en enero y un 1,5 % en julio-, porque los precios se han disparado de nuevo en el mercado mayorista, con vistas a la subasta del 27 de septiembre, y porque ahora se están contratando las compras para el invierno. El aumento está por determinar, y tal vez no se produzca, puesto que el Ministerio de Industria ha propuesto de nuevo la congelación de los peajes, lo que impedirá achicar la terrible factura del déficit tarifario acumulado, que ya supera los 22.000 millones de euros.
El procedimiento utilizado para determinar el precio de la luz y enjugar la abultada herencia de números rojos amenaza con estallar. Ni los usuarios pueden soportar el ritmo de subidas de los últimos tres años -más del 50 %- ni el sistema moverse en la incertidumbre sobre las pautas del nuevo Ejecutivo.
La tarifa doméstica -considerada un régimen «protegido» a extinguir- se actualiza al comienzo de cada trimestre tomando en cuenta dos elementos: los resultados de la subasta mayorista de electricidad, en la que empresas comercializadoras acuerdan con las generadoras las compras para sus suministros y la parte regulada o «peajes de acceso». Su evolución la decide el Ministerio de Industria tomando en cuenta los costes del sistema, desde las primas a las renovables a las redes de distribución y transporte, pasando por la multimillonaria compensación por el déficit de tarifa acumulado.
La subasta mayorista está en cuestión hace mucho. Cada trimestre, los comercializadores compran a un precio fijo la mayor parte de la electricidad que venderán en los meses siguientes. La Comisión Nacional de la Energía, que acaba de renovar la presidencia -Alberto Lafuente ha sustituido a Maite Costa- acordó en su último consejo «analizar el comportamiento de las transacciones realizadas en el mercado energético los días previos a las subastas», dada su «relevancia en la formación de los precios».
La pasada semana se alcanzaron en el mercado mayorista los precios más altos desde diciembre del 2008, al rondar los 62,71 euros por megavatio hora (MWh). Al Gobierno no parece inquietarle el déficit de tarifa tanto como los números rojos de las cuentas de las Administraciones públicas. Pero, antes o después, habrá que pagar y enjugar este déficit sale caro: un 5 % del recibo de la luz tiene este destino.
En abril, Industria se anticipó a una rebaja del mercado y encareció los peajes más del 10 %. El resultado fue el mantenimiento de la tarifa. En julio y octubre congeló la parte regulada y logró limitar el alza del recibo de la luz al 1,5 % a comienzos del verano-. Está por ver lo que resultará ahora. El futuro ministro de Industria tendrá que abordar esta y otras muchas cuestiones. Las grandes compañías todavía esperan compensación por mantener centrales térmicas que queman gas y carbón de importación que se vieron relegadas por la obligación de proteger al carbón nacional, pero de las que no se puede prescindir.
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