El pesimismo se ha instalado como una losa en la sociedad gallega. Ocho de cada diez personas consultadas por el estudio elaborado por Ipsos para FARO califican la situación económica de la comunidad de mala o muy mala [81,1%]. Este porcentaje, con ser elevadísimo, es incluso inferior al que registra el número de consultados que considera negativa la coyuntura económica de España [89,8%]. Y, pese a este negrísimo panorama, la pésima nota que dan los gallegos se encuentra ligeramente por debajo del desencanto que manifiestan los españoles de media. La encuesta revela que es prácticamente imposible dar con un ciudadano gallego que vea el contexto social y económico en el que desarrolla su actividad con buenos ojos. Apenas uno de cada diez se hallaría en esa situación. El dato es abrumador si lo relacionamos con el estado de ánimo que manifestaba hace tres años y medio cuando se le formulaba la misma pregunta en vísperas de otras elecciones generales. Entonces el 52%, con ser muchos, ya se declaraba crítico con su presente, en tanto que un grupo considerable [el 30,3%] se atrevía a hablar de una situación económica buena. Los porcentajes eran incluso más favorables respecto al conjunto de España. El 35,1% era optimista frente a un 44,8% que no. Frustración general Por provincias, el retroceso es, lógicamente, espectacular. Los ciudadanos gallegos, en conjunto, se declaran hipercríticos, pero los coruñeses son quienes lideran este grupo [82,2%] en tanto que los ourensanos y los lucenses son, dentro de una tónica general frustrante, los que ven la botella menos vacía [78,3% y 78,2%, respectivamente]. Los pontevedreses se sitúan en la zona alta [82%]. Estos porcentajes alcanzan aún cotas más preocupantes cuando a estos mismos ciudadanos de las cuatro provincias gallegas se les cuestiona sobre la situación de España. Entonces las tasas de pesimistas se coloca en el entorno del 90%, cuando en las vísperas de los comicios de 2008, que daría un nuevo mandato a José Luis Rodríguez Zapatero, uno de cada tres encuestados confesaba cierto optimismo sobre la marcha de la actividad económica en el conjunto del país. El desplome en tres años y medio en la confianza de los electores gallegos es brutal. FUENTE FARO DE VIGO
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