El Ayuntamiento de Santiago se enfrenta a una situación económica más que delicada, aunque su alcalde, el popular Gerardo Conde Roa, sostiene que se puede salir adelante. Con austeridad e imaginación, eso sí, y previo conocimiento de la situación real a través de una auditoría. Pero, pendiente todavía de ese estudio económico, «la realidad» es que Santiago arrastra una deuda «sencillamente asfixiante», que tiene «serias dificultades para hacer frente a las deudas contraídas con las empresas concesionarias» y, además, «carecemos de la posibilidad de endeudarnos». En consecuencia: «Nuestro estado es crítico y estamos a punto de fenecer».
Así lo apuntó ayer, «sin cataplasmas», el alcalde capitalino en el Fórum Europa en Santiago, en el que participó por primera vez en calidad de regidor y en el que echó de nuevo la vista atrás para buscar a los culpables de este escenario entre los gobiernos municipales de los últimos años que dirigió el socialista Xosé Sánchez Bugallo.
El regidor defendió una auditoría que no nace con ánimos de «venganza» sino para afianzar las medidas de ámbito económico que se adoptarán en el futuro y con la que espera también encontrar respuesta a un «misterio», dice, que no ha podido resolver desde que llegó a la alcaldía el pasado 1 de julio: en qué se gastaron los 66,5 millones que el Ayuntamiento acumula de deuda bancaria «si las grandes infraestructuras las financiaron las Administraciones central y autonómica».
Interés electoral
Conde Roa quiere saber por qué se ha llegado a esa situación, dijo ante el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, quien lo presentó en un foro en el que el alcalde también acusó al anterior gobierno local de haber paralizado el pago a proveedores a finales del pasado año por interés electoral. «Quiero saber también por qué a partir de octubre o noviembre del 2010 deliberadamente se dejó de pagar a las empresas que gestionan servicios municipales con objeto de destinar dinero para gastos que favoreciesen la estrategia electoral de mis adversarios a costa de ahogar a los proveedores». Frente a representantes de algunas de esas concesionarias, Conde Roa anunció que se pagará. «A ver cómo lo hacemos, pero pagaremos», decía, mientras los socialistas no tardaban en calificar de «absolutamente falsa y maliciosa» esa acusación.
Sin posibilidad de recurrir a nueva deuda, el Concello también se encuentra muy limitado para afrontar nuevas inversiones. Y para atender ese flanco, el gobierno local mantiene conversaciones con distintas empresas que podrían deparar la inversión el próximo año de entre 50 y 60 millones de euros en la ciudad a través de acuerdos concesionales o adelantos de inversión.
Conde Roa defendió la austeridad por «necesidad», pero también por «convicción», al tiempo que abogó por una ley que establezca la responsabilidad de los gestores públicos, porque no puede ser, sostiene, que un administrador «que deliberadamente y por una ceguera electoral destroza una Administración pública y la deja en quiebra carezca absolutamente de responsabilidad».
«Yo llevaré al papel las medidas de ajuste, pero quien hizo el ajuste de verdad es quien ha despilfarrado»
«No es que haya que ser austero por necesidad, hay que serlo por convicción» Gerardo Conde Roa
Fuente: La voz de Galicia.
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