De las reuniones que están manteniendo estos días los líderes europeos (la maratón comenzó el viernes, continuó ayer, seguirá mañana y se reanudará el miércoles) deberían emanar acuerdos de calado que, de una vez por todas, coloquen a Europa en el camino acertado. Ese que debe conducir al fin de una crisis que le está costando horrores a la ciudadanía y que ha puesto en solfa al hasta no hace tanto infranqueable euro. Los que siguen son los pilares sobre los que debería asentarse el final de la pesadilla, a juicio de los mandatarios reunidos en Bruselas.
Recapitalización de la banca
La crisis de deuda soberana ha reducido casi a papel mojado todos los bonos griegos que guardan en cartera los bancos europeos (muy especialmente los franceses y los alemanes). Pero también ha devaluado los irlandeses, los portugueses, los españoles y hasta los italianos. Que la banca precisa una nueva recapitalización no admite discusión en Bruselas. Y que los test de estrés realizados hasta el momento han fracasado con estrépito, tampoco (solo hay que acordarse de Dexia). Obviaron la pérdida de valor de la deuda soberana. Ahora no queda otra.
Para los bonos helenos se ha venido hablando de una depreciación de hasta el 60 %; y del 40 % para Irlanda y Portugal. En el caso de España se empezó especulando con un 20 % y ahora nos movemos en torno al 5 %. Aunque también hay informaciones que apuntan a que ahora, y después de la polvoreda levantada con su pretensiones, parece que Bruselas se inclina por dejar que sea cada país (su banco central, se entiende) quien valore su deuda o que se haga a precios de mercado. Está claro que los afectados, los periféricos, están librando una encarnizada batalla para que el tijeretazo no se produzca.
En este sentido, lo único claro es que a Grecia no la salva ni la caridad.
De la devaluación que se aplique dependerá la cifra final de la recapitalización del sistema financiero. Y aquí, las horquillas que se manejan van desde los 80.000 hasta los más de 300.000 millones De la espinosa cuestión de quién los pagará solo se sabe que Francia no quiere que sean los Estados los que lo hagan. Y no es extraño, su preciada triple A pende ahora de un hilo. Quiere que sea el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) el que pague la factura. Alemania no. Prefiere que el dinero del fondo de rescate se destine a otros menesteres. Primero los bancos, luego los Estados y, solo como último recurso, el fondo de rescate. Ese es el orden que prefiere Merkel a la hora de pasar por caja.
Tampoco es oficial la cifra de ratio de capital principal que se les exigirá a las entidades, aunque todo apunta al 9 % (ahora es del 5 %). Solo se les reclamará a las llamadas entidades sistémicas. Aquellas cuya caída provocaría el colapso del sistema. Santander, BBVA, Bankia, Popular y Caixabank serían las víctimas españolas.
Ampliación del fondo de rescate
El capítulo que más fricciones ha ocasionado. Tantas que ha devaluado la cumbre de hoy. Todo indica ya que habrá que esperar hasta el miércoles para conocer la solución europea a la crisis del euro. Y eso, con suerte.
De lo que se trata es de definir el funcionamiento, la dotación y la procedencia del dinero con el que contará el FEEF. Porque lo que está claro es que los 440.000 millones de euros con los que cuenta ahora se han quedado cortos. Francia, de nuevo obsesionada con su triple A, no quiere poner más dinero de su bolsillo. Tampoco Alemania, que no desea para nada incrementar el ya considerable enfado de sus contribuyentes.
Los franceses proponen el apalancamiento del fondo con préstamos del BCE. Esto es, que se convierta en una suerte de banco que pueda recurrir a la financiación de la autoridad monetaria. Los alemanes creen que sería ir demasiado lejos. Lo que quieren es que funcione como una aseguradora parcial de los bonos emitidos por los países en apuros.
En los últimos días se ha filtrado un borrador de la Comisión Europea en el que figura la posibilidad de que el fondo conceda préstamos «preventivos» a los Estados con problemas. De hasta el 10 % del PIB (100.000 millones, en el caso español). La idea tampoco goza de los parabienes germanos.
La participación de los bancos en el rescate griego
Se trata del segundo rescate. En julio, los líderes Europeos decidieron que apoyarían a Grecia con otros 109.000 millones de euros. El acuerdo incluía que los acreedores privados (bancos y fondos de inversión) arrimarían el hombro con unos 50.000 millones. Eso implicaba una quita del 21 %. Pero la situación se ha deteriorado tanto desde julio que tendrá que ser mayor. Así lo admitió oficialmente Merkel el viernes. Se habla incluso del 50 %.